Somos privilegiados y así nos ven, ¿pero nos queda grande el país?
Cómo generar los factores internos del desarrollo y no ser tan vulnerables a los factores externos del mercado y la geopolítica. Empecemos por aprender y educar para innovar…
El enfoque de la gestión de la innovación en las universidades e industrias de nuestro país tiene la paradoja de ver el tamaño del mercado como principal premisa, cuando innovar es ver más allá. Somos cómodos con rentabilizar principalmente a costa de la demanda, las leyes de promoción, bajos sueldos, subsidios y así creer que somos competitivos.
Así, ver sólo el mercado, es estar sujeto al “pasado”, en especial sobre los avances de la ciencia, la tecnología y sus patentes. La lógica manda sobre las tendencias humanas que se hacen masivas progresivamente y conformarán mercados diversos en tamaño y requerimientos; allí, debemos anticiparnos para no ser tan vulnerables a los cambios y el futuro cada vez más disruptivo que nos somete la verdadera innovación y competitividad.
Creer que solo existe el mercado es la “herencia” de haber sido descubiertos por otros, valorado por otros, considerados estratégicos e incluso mejor estudiados y entendidos por otros, quienes siempre nos compraron “materia prima” y “tomado como conocimiento tradicional” para sus industrias con sus innovaciones.
Esta herencia “empresarial” nos hace pensar en el negocio de “corto plazo” o en el “negocio de moda” como el mercader del siglo pasado, donde la oportunidad viene en el contexto del mercado del momento, la crisis y la demanda. Lo cual solo servirá para crecer en ciclos de alto riesgo sin lograr el desarrollo sostenido.
Cuando era profesor en ADEX hablar de negocios de base tecnológica aplicados a la biodiversidad para despegar las bioindustrias en alimentos, biofarma y cosmética era entendida como una absurda propuesta. Claro, frente a la moda por una agroindustria que con méritos de estoicismo ha crecido y ayudado en el PBI pero que se asemeja a un “vientre de alquiler” en la producción, con paquetes tecnológicos proveídos como requerimientos por los propios compradores, con baja diversificación de mercados y con muy poco de innovación y desarrollo del territorio en lo social y de hecho muy vulnerables.
Negocios con base tecnológica
De esta manera, cuando hablamos de negocios con base tecnológica, se abre un argumento para el Biocomercio y Bioemprendimientos con la oportunidad de negocio para las maestrías y diplomados en Bionegocios y Biocomercio. Responsabilidad Social, ahora “Valor Compartido” y la tan sonada Economía Circular, con lo cual, tenemos a más “expertos” funcionarios sobre el estudio de la pobreza y del “que falta” pero con los productores de siempre como parte de un “eslabón”, donde el valor y negocio se da a partir de ellos, con el riesgo de asumir el reto de la producción en el campo, frente al clima, la falta de tecnología y con las amenazas sanitarias y las del propio mercado que se satura por la propia ”moda”.
Finalmente, lo que consideramos gestión de la innovación en las universidades y empresas es tan iluso “como pretender ver el futuro del universo mirando a las estrellas, sin saber por qué brillan y se apagan”, hace falta “la vigilancia tecnológica” y el planeamiento.
Seguimos en el pasado y asumimos estrategias de otros, como los funcionarios que descubren en un viaje de una semana, un modelo a replicar, que termina en la SUNEDU y CONCYTEC y en nuestros ministerios como PRODUCE, MINEDU y MINCETUR, sin entender cuando es a Keynes y cuando es a Schumpeter en la receta económica de asumir el riesgo de la inversión por innovar.
El Perú requiere de una identidad en su política productiva para su desarrollo, y está en esa “identidad país” que todos afuera nos conceden, dónde la cultura ancestral, los recursos de la Biota y Gea son nuestra fortaleza aún. De allí se explican los booms históricos de la actividad productiva del país, desde el caucho, guano, madera, café cacao, minería y agroindustria y la más reciente, nuestra posición geográfica con la evidencia de inversión en el Puerto de Chancay.
No repitamos lo mismo, pues somos privilegiados y no nos queda grande el país, tomemos el riesgo de pensar diferente.
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