La Superintendencia Nacional de Aduanas y Administración Tributaria (Sunat) como institución a cargo de la administración tributaria tiene una imagen negativa para los ciudadanos. Se lo ha ganado, la fiscalización que aplica, en muchos casos, genera sanciones en un nivel poco amigable; sumado al tiempo burocrático y hasta algunas veces la increíble interpretación normativa en desmedro de los contribuyentes. En general, los ciudadanos de cualquier categoría tributaria no quieren complicaciones administrativas y por ello: deseamos un sistema ágil y lo más simple posible para el pago de los impuestos que correspondan.
Es evidente que la recaudación es clave para la economía de un país y, sin entrar en la controversia de cómo se manejan dichos fondos, como cultura social aspiramos a un país con desarrollo y bienestar para todos. Por ello, es necesario que todos sin exclusiones formemos parte de dicha contribución de ciudadano.
La SUNAT no es ajena al cáncer institucional que padecen muchas de las entidades estatales, y tanto funcionarios y empleados que la integran se han visto arrastrados sin que se genere una profesionalización de verdad, a la fecha ningún Superintendente ha generado una reforma que impulse al país a mejorar.
¿Y cuál es la tarea de mejora?, pues tenemos una de las tasas más altas de informalidad empresarial en el mundo. Cuando mencionamos la informalidad empresarial, no solo echamos ojo a la estadística gubernamental que mide la informalidad laboral bajo ciertos parámetros regulatorios. Bueno, ya es alta, de acuerdo con la Encuesta Permanente de Empleo Nacional (EPEN) se ubica en 71.1% en el 2023. Pero la economía informal va más allá de no tener a nuestra fuerza laboral dentro del marco regulatorio; tiene que ver con las actividades en la sombra, de muchos emprendedores que deciden hacerlo en muchos casos sacrificando mejores condiciones por la presión abusiva de una autoridad que no alienta el desarrollo y que se vuelve un perseguidor y acusador, creyendo ser el dueño de la verdad y prejuzgando a todos como evasores.
Alguna vez seguramente, uno de nosotros recibió una esquela de fiscalización y a pesar de cumplir con el requerimiento de información, siempre encuentra que el fiscalizador tuviera una actitud de querer rebuscar hasta encontrar algo que lo lleve a ser un “ganador” por generar alguna multa. Esta posición abusiva en algunos casos ha generado esa imagen degradada de la SUNAT.
Se necesita de forma urgente por parte del Estado una reforma que aliente la formalidad que nos llevará a dar un paso adelante en el desarrollo que todos deseamos, pero se necesita acción.
«Laissez faire» es una expresión francesa que significa «dejen hacer» refiriéndose a una completa libertad económica, que se traduce en bajos impuestos y mínima intervención de los gobiernos. Para ello es necesario que todos nos incluyamos en el sistema pero uno al servicio del desarrollo, no necesitamos una policía tributaria. Deseo que surja una nueva generación de políticos que tome la bandera de la libertad y entienda que las políticas económicas flexibles pero masivas son la solución frente a políticas represivas y selectivas. La Política tributaria ya necesita una gran reforma, de fondo y forma. El nivel de carga tributaria en el país seguro generará otro artículo al respecto.
GIPHY App Key not set. Please check settings