En entornos laborales cada vez más exigentes, los líderes enfrentan decisiones que pueden transformar la estructura, los procesos o las estrategias de sus organizaciones. Sin embargo, más allá de la rapidez o firmeza con que se actúe, el verdadero reto está en gestionar esos cambios sin afectar la motivación ni la confianza del equipo.
Según el Reporte de Burnout 2025 elaborado por Buk, casi la mitad de los trabajadores muestra síntomas de desgaste laboral y considera cambiar de empleo. Este dato refleja cómo la presión y los procesos de transformación mal gestionados pueden dañar la estabilidad emocional y reducir la productividad en las empresas.
En ese contexto, Giancarlo Ameghino, Gerente de Gestión y Desarrollo Humano del Grupo Crosland, sostiene que la clave de un liderazgo efectivo está en tomar decisiones difíciles con empatía, estrategia y comunicación transparente. El especialista propone tres dimensiones esenciales para lograrlo:
– Plantear alternativas: antes de definir una decisión, abrir la conversación con líderes de área y equipos de proyecto permite escuchar perspectivas diversas, identificar riesgos y construir opciones más sostenibles que protejan tanto la operación como la confianza interna.
– Medir el impacto: involucrar al equipo en la evaluación de consecuencias ayuda a anticipar efectos sobre la carga laboral, los procesos y los resultados esperados, generando compromiso y detectando impactos menos visibles.
– Atender la dimensión emocional: todo cambio genera incertidumbre. Crear espacios de diálogo y acompañamiento fortalece la seguridad psicológica y facilita la adaptación sin que el desempeño se vea afectado.
Ameghino destaca que un liderazgo sólido no se define solo por la capacidad de decidir, sino por la habilidad de integrar a las personas en el proceso de cambio. En tiempos donde la transformación es constante, mantener un clima laboral estable, participativo y confiable es la verdadera medida del liderazgo sostenible.






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